Octaviano nació en el monte Palatino en el año 63 a. C. y fue aquí donde decidió establecer su residencia. Esto llevó a que la colina fuera utilizada como residencia imperial hasta la caída del imperio.

La casa, que albergó numerosas fases hasta la época flavia, se dividía en una zona pública, conectada con el recinto del templo, y una zona privada, ambas caracterizadas por suelos de mosaico y una refinada decoración pictórica.

Entre las salas privadas podemos admirar la Sala de las Máscaras, que evoca la compleja fachada de una escena teatral, y la Sala de los Pinos, ambas con suelos de mosaico simples pero refinados en blanco y negro alternados.
La parte pública, que originalmente se asomaba a una arcada peristiliana, conserva una decoración pictórica de gran calidad: desde la gran cámara (oecus) hasta el cubículo inferior, desde la rampa que se elevaba desde la plaza del templo hasta el studiolo, se pueden admirar, quizás, los ejemplos más refinados de la pintura romana del segundo estilo tardío.

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